Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar

Entre emisoras tradicionales, pódcasts y páginas digitales, ha crecido en forma considerable el número de plataformas de audio aptas llevar al público reportajes de alta calidad. Eso significa más tiempo para contar historias, agregar fuentes y jugar con el sonido ambiental, elemento clave para enganchar a los oyentes. Pero los participantes no han aprovechado estas oportunidades. Enviaron buenas historias que pierden el norte. Pódcasts demasiado largos que no revelan mucho. Trabajos afectados por el escaso trabajo de campo, la dependencia exagerada del locutor de cabina y la ausencia casi completa de sonido ambiental, uno de los grandes defectos en la radio colombiana. Por todo lo anterior, el jurado decidió declarar desierta esta categoría.

En un reportaje con ingredientes de primicia, investigación, denuncia y análisis, el autor desplegó su olfato para seguir una pista incierta que escondía una cadena de hechos irregulares, con el trasfondo de la pugna entre los gobiernos de Caracas y Bogotá. Al hacerlo desentrañó las relaciones personales del teniente venezolano Franklin Caldera y habló con fuentes oficiales y de grupos armados para reconstruir los meses anteriores al día en que efectivos de su país y del ELN lo secuestraron en Cúcuta. Y, sobre todo, para descubrir su participación en una extraña intentona contra el régimen de Nicolás Maduro con el conocimiento de sectores del gobierno colombiano.

Tras investigar durante nueve meses, los reporteros reconstruyeron el naufragio de un bote en el que fallecieron 18 migrantes africanos que iban de Acandí, Chocó, hasta Panamá. Los periodistas descubrieron mucha más información que los investigadores oficiales. Establecieron que el bote iba sobrecargado, que el capitán comandaba borracho la nave y que los fallecidos terminaron enterrados como “NN” en el cementerio de Acandí. También lograron encontrar los nombres de varios de estos y ubicaron a once sobrevivientes cuyos testimonios enriquecen este reportaje que predijo la trágica ola migratoria que congestiona hoy el tapón del Darién.

Los autores construyeron un reportaje inesperado sobre un tema que ya ha sido objeto de múltiples tratamientos. Lo hicieron con base en una reportería rigurosa, y sobre todo muy sensible, que les permitió interpretar la vivencia del migrante venezolano desde los ojos de niños y adolescentes. Este trabajo tiene además su mayor fortaleza en una mirada muy cercana a los personajes. En efecto, los autores los acompañan en las carreteras y en otros escenarios, algunos muy íntimos como sus alojamientos temporales. Ello les permite contar detalles que revelan la inocencia infantil en medio del drama, como aquel pequeño que carga unos patines a cuestas por miles de kilómetros, o aquella niña que se sorprende al entrar a un supermercado lleno de frutas.