Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar

Siete ciudadanos que han dedicado su vida a defender los Derechos Humanos son los protagonistas de esta crónica pensada para narrar cómo se hace un líder social en Colombia. A La Guajira, Chocó, Córdoba, Antioquia, Norte de Santander y Bolívar viajaron los reporteros para conocer cuándo, cómo y por qué este puñado de hombres y mujeres decidieron desafiar diversos poderes para proteger el agua, el territorio, la diversidad… la vida. Resultado de la inmersión es esta crónica que nos lleva a pensar en la urgencia de defender a quienes nos protegen. Este es un premio a la radio que sabe escuchar.

Un uso magistral de imágenes y sonidos por parte de Néstor Oliveros, director del documental, un libreto impecable y la calidez e histrionismo de Tostao, cantante de ChocQuibTown que hace las veces de anfitrión , transforman el reporte de un torneo de fútbol que cada año se celebra en Andagoya, Chocó, en un relato que atrapa al televidente desde el primer minuto hasta el último. El evento deportivo, si bien es el gran protagonista de la crónica, sirve también de pretexto para mostrar los valores históricos culturales de un pueblo ribereño del río San Juan, así como los problemas que aquejan a esta región de Colombia.

A través de una prosa fluida, salpicada de humor, nostalgia e ingenio, el autor retrata los periplos de Gilberto ‘el Mocho’ Giraldo, un comerciante minorista de aguacates que se transformó en vendedor de libros y discos de segunda mano, y luego en editor. Esta crónica no sólo retrata al personaje sino también la cultura del rebusque, así como ese comercio informal de material bibliográfico y sonoro, que pasa de mano en mano cruzando todo el tiempo la delgada línea entre lo legal y lo ilegal, en el mundo de la informalidad. Es un texto en el cual el lector termina enamorándose mucho más de los libros, gracias a su pintoresco protagonista.

Salatiel Méndez fue asesinado el 3 de octubre de 2012, pero no ha muerto. Esta es la respuesta que el cronista encontró al internarse en las montañas del Cauca en busca de las huellas del líder nasa. Después de caminar el paisaje, conversar con los mayores y escuchar el relato ya reposado de la madre de Salatiel, José Navia teje una crónica en la que edifica al personaje como hilo entre generaciones. Al ser puente, la vida, la palabra y el sacrificio de Salatiel cobran un nuevo sentido. Tal vez el cronista, que sabe entrar y salir sin hacer ruido, no ha descubierto algo nuevo para los nasa, pero sí lo ha contado para Colombia, un país donde es imperativo darle un lugar público a la memoria.