“Un dinosaurio de la imagen”, así es como él mismo se describe cuando asegura que sus fotos las hace todavía a la vieja usanza, en modo manual y que le cuesta usar la cámara del celular.
Jesús Abad Colorado ha recorrido y fotografiado el país durante treinta y dos años. Es de los pocos periodistas que puede señalar con precisión en un mapa a Bojayá, Jambaló o Mampuján, no solo porque conoce la geografía, sino porque ha estado allí.
Hay mucho barro bajo sus zapatos, kilómetros de trocha a pie, en mula, en chiva o en jeep para llegar hasta los lugares donde parece que solo llegan el dolor y la zozobra. Él ha sabido llegar, incluso cuando las balas zumban sobre su cabeza, para fotografiar a las víctimas que han sido siempre el centro de sus historias.
Por chaleco antibalas carga la bendición de sus padres, dijo en un discurso mientras recibía otro premio.
Ha fotografiado todo: el llanto desesperado de los sobrevivientes a la masacre de Machuca y la esperanza de una mujer que, con su vestido blanco, caminó sobre las ruinas de Granada para casarse. Su foto de un hombre encapuchado vistiendo prendas militares pero sin insignias reveló la complicidad entre autoridades y paramilitares en la Operación Orión.
Ha publicado estas imágenes con valor y vehemencia y por eso hoy nos acompañan como un registro indispensable de la historia reciente del país.
Es comunicador social de la Universidad de Antioquia, fue reportero gráfico del periódico El Colombiano y desde 2001 decidió continuar su trabajo como fotoperiodista independiente.
Su archivo, un cuerpo de trabajo sólido construido minuciosamente, es una síntesis del conflicto armado colombiano pero, sobre todo, de la vida de las comunidades y sus territorios desde una perspectiva humanitaria.
En 2015 publicó su libro Mirar de la vida profunda junto a la curadora Carolina Ponce de León y en 2022 publicó El Testigo, una compilación en cuatro tomos con más de setecientas fotografías en la que reúne el trabajo de toda su vida.
Ha sido pionero al exponer su obra en museos y otros espacios convirtiéndose en un referente para el fotoperiodismo en Colombia y Latinoamérica. Jesús Abad no solo se limita a fotografiar, conoce en profundidad las historias que cuenta y recuerda de memoria los nombres de quienes han pasado por su lente, por eso en los lugares que ha caminado la gente lo reconoce y lo aprecia; le abren las puertas de las casas y le permiten asomarse de cerca en sus vidas.
Sus fotos no solo retratan víctimas y paisajes del horror ni se limitan al recuento triste de los sucesos más desgarradores del país, también constituyen un testimonio fundamental de memoria en el que se asoma la esperanza.
Por ejercer un periodismo que ya está inscrito en la memoria visual del país, por fortalecer la memoria y defender la libertad de prensa y por su empeño en no dejarse censurar, trabajando siempre con los más altos estándares éticos, el jurado reconoce a Jesús Abad Colorado con el Gran Premio a la Vida y Obra de un Periodista.