Premio a la vida y obra
de un periodista


Alfredo Molano Bravo

No hay mucho recodo de la vasta geografía de Colombia al que este bogotano, nacido en 1944, no haya ido. Se le ha visto en los esteros de Tumaco, en los pantanos de Arauca, en el Nudo de los Pastos, en los estoraques de la Playa de Belén. Ha atravesado las cordilleras todas. Anduvo por los páramos de la Oriental; ascendió por los altos de la Central; bajó por los abismos de la Occidental. Y así: serranías, ciénagas, deltas, latifundios, baldíos han merecido su mirada punzante y su escritura sensible.

Alfredo Molano Bravo lleva toda la vida dándole vueltas a Colombia como si él fuera su guardián. La sociología que estudió y de la que se graduó, lo consagró como un andariego de oficio y de sus observaciones del país, el periodismo de Colombia comenzó a nutrirse primero con sus libros que empezaron a aparecer en 1985. Y desde 1990 con sus crónicas y reportajes, con sus premiados documentales televisivos y con su columna de opinión, esa lectura infaltable para cientos de miles que encuentran en ella relatos de cotidianidades insospechadas, porque provienen del país remoto, o piedras de escándalo por denuncias de abusos de poder y, no pocas veces, exámenes críticos de las ideologías en las que se estancan los movimientos políticos, incluidos los de la izquierda.  

La vida académica de Alfredo Molano, como investigador, profesor y conferencista internacional, sería la envidia de quienes hacen política si la conocieran y la entendieran. Molano ha estudiado a fondo las historias mineras del sur del Cauca; el estado del río Apaporis; las gestiones comunitarias del Tatamá; la historia oral del Casanare y tres docenas más de situaciones de país.

Por todo ello, por caminar y por oír y por entender, a Molano se le encendió una pasión por contar que ha quedado registrada en su amplia vida periodística.

En cerca de veinte libros y en montañas de artículos en periódicos y revistas, Molano ha narrado el país. Un país hondo, integrado por las voces de sus habitantes más genuinos, ha quedado registrado en esos textos que con un lenguaje periodístico verídico constituyen un instrumento básico para el intento de encontrarle el corazón a Colombia.

A ese trabajo que le ha permitido al país central saber de qué se trata y a qué huele y a qué sabe el país periférico; a ese trabajo que le ha contado a Colombia la complejidad de los dolores lejanos y también sus ilusiones; a esa coherencia de toda una trayectoria profesional vivida en la trocha en donde ocurre la verdadera verdad de la vida, es que el jurado del Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar ha decidido agradecerle a Alfredo Molano Bravo su vida y su obra con este reconocimiento.