Héctor Osuna ha conjugado una enorme imaginación, un humor cáustico y punzante, una línea rebelde y un desprendimiento de todo aquello que critica, que en resumen es el poder. De su pluma y en tinta china, han desfilado durante más de 55 años toda clase de personajes y hechos de la vida política colombiana y ninguno ha salido incólume a su mordaz visión de la realidad.
Hermético en su vida privada, solamente contamos con un pequeño boceto a lápiz de su vida íntima. Fue seminarista en la comunidad de los Padres Jesuitas de Santa Rosa de Viterbo. Excelente retratista al óleo, gusta de los automóviles, mas no de la mecánica; siempre ha trabajado alejado del mundanal ruido en su casa, ubicada a las afueras de Bogotá, acompañado por sus amados canchosos.
Su casa editorial siempre ha sido El Espectador, salvo en cortos períodos y circunstancias en que ha publicado en el periódico El Siglo, el Diario de Occidente, la Revista Semana, entre otros.
Son suyos personajes como la monja con cachetes mofletudos del gobierno del presidente Belisario Betancurt, así como Lara, la perra dálmata que acompañó al presidente López y fustigaba a su amo desde las páginas editoriales de El Espectador; los caballos que denunciaban las torturas en las caballerizas de Usaquén, en el gobierno de Turbay Ayala y su estatuto de seguridad. También fueron famosos los animales del zoológico de Pablo Escobar hasta llegar a “Rubiancho”, el inmenso elefante del proceso 8.000. Todos marcaron una época en las viñetas de Osuna, en su exitosa serie “Rasgos y Rasguños” que aún sale impresa en la edición dominical del diario capitalino El Espectador.
Además tiene un hijo de tinta llamado Lilín, personaje que aparece hace más de dos décadas y a cuya niñez, adolescencia y vida adulta hemos asistido en las hojas del periódico bogotano, como quien ve crecer a un sobrino querido. Conocedor profundo de la idiosincrasia colombiana, demuestra que el humor muchas veces nace de la tragedia y del desconsuelo, y esta tierra ha sabido darle tema con creces, arrojándole un bestiario de personajes que en sí mismos son una caricatura.
Gabriel García Márquez, en el prólogo al primer libro de caricaturas de Osuna, sostenía la idea que el talento de este era tal, que era capaz de dibujar sus personajes de espaldas y que la gente los reconocería de inmediato. Durante más de cinco décadas Héctor Osuna nos ha caricaturizado de frente a esta Colombia que siempre está de espaldas.Por todo esto, el Jurado de la versión 2014 le otorga el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar a la “Vida y obra de un Periodista”.